Es necesario, es bueno. Consume y se feliz
Érase una vez un creativo publicitario que trabajaba para una agencia haciendo feliz a gente a la obligaba a querer cosas que no necesitaban y para las que tampoco tenían dinero. El publicista en cambio sí tenía dinero gracias a todos esos pobres desgraciados que se mataban por conseguir lo que él promocionaba a base de agitar sus glándulas cerebrales, puro hipnotismo moderno, oiga. Hasta que un día lo dejó.
¿Como fue? ¿Le entró un ataque de conciencia? ¿Un exceso de cocaína tras su última inspiración creativa? ¿O fue todo junto y algo más? Como fuere, así comienzan las crónicas del publicista rebelde que decide destripar uno tras otro todos los trucos del oficio (escribo este libro para que me echen del trabajo) en una novela bastante autobiográfica, divertida e histérica, con un argumento contado a golpe de frases cortas e impactantes cual esloganes publicitarios: es además la única novela conocida por el Traficante que inserta pausas para la publicidad entre cada capítulo. Quizá el final de la histriónica trama sea un poco surrealista, pero todo lo demás, hasta llegar a la culminación en el Festival Publicitario de Cannes (¿alguien se creía que allí viven sólo del cine todo el año?) es sarcástico, rocambolesco y cierto. Bueno, tan cierto como un anuncio de la tele, mientras se lo crean, ¿que más da? Escuchemos al especialista:
Yo decreto lo que es Auténtico, lo que es Hermoso, lo que esta Bien. Elijo a las modelos que dentro de seis meses, os la pondrán dura. A fuerza de verlas retratadas, las bautizáis como top-models; mis jovencitas traumatizarán a cualquier mujer que tenga más de catorce años. Idolatráis lo que yo elijo. Este invierno se llevarán los senos mas altos que los hombros y el chochito rasurado. Cuanto más juego con vuestro subconsciente, más me obedecéis. Si canto las excelencias de un yogur en las paredes de vuestra ciudad, os garantizo que acabareis comprándolo. Creéis que gozáis de libre albedrío, pero el día menos pensado reconoceréis mi producto en la sección de un supermercado, y lo compraréis, así, sólo para probarlo, creedme, conozco mi trabajo.
Eso, dedicado a cualquier capullo que aún piense que en la sociedad de consumo hay cosas que son necesarias porque son útiles, y no porque te lavan el cerebro cada mañana además del cabello para hacerte creer que son necesarias. Una buena relectura por lo demás: el Traficante tiene el recuerdo particular de haber comprado el libro el primer día del año 2001, nada más entrar en vigor la nueva moneda europea. Por cierto, El Traficante nunca hace mención al precio de los libros (como no sea para discutir el precio fijo por ley vigente en España), pero por una vez hará una excepción. 13´99 euros cuesta 13´99 euros: el título es susceptible de cambios debido a la inflación económica.
0 comentarios