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El mundo ideal de Auden

El mundo ideal de Auden

La mano del teñidor del por aquí ya mencionado W. H. Auden traducido al español en la argentina Adriana Hidalgo Editora. Libro de ensayos y comentarios muy a su estilo, claro, algo irónico, tengo que hacerme con él. Los extractos leídos aquí y aquí me llaman la atención:

En mi soñada Universidad de Poetas, el plan de estudios sería el siguiente:

1-Al menos una lengua antigua adicional, probablemente el griego o el hebreo, y dos idiomas modernos.

2-Aprender de memoria miles de versos de poemas en esos idiomas.

3-La biblioteca no tendría libros de crítica literaria, y el único ejercicio crítico exigido a los estudiantes sería escribir parodias.

4-Todos los alumnos cursarían prosodia, retórica y filología comparada, y tendrían que elegir tres de las siguientes materias: matemáticas, historia natural, geología, meteorología, arqueología, mitología, liturgia y cocina.

5-Cada alumno se ocuparía de criar un animal doméstico y cultivar un jardín o una huerta.

Este centro educativo estaría ubicado sin duda en el paraiso soñado por Auden:

PARAÍSO

Paisaje:
Meseta de piedra caliza, como los Apeninos, más una pequeña región de rocas ígneas con al menos un volcán extinto. Una costa vertiginosa y escarpada.

Clima:
Británico.

Origen étnico de los habitantes:
Muy variado, como en los Estados Unidos, pero con un leve predominio nórdico.

Lenguaje:
De orígenes mixtos, como el inglés, pero con muchas inflexiones.

Pesos y medidas:
Irregulares y complicadas. Ausencia de sistemas decimales.

Religión:
Católica, apostólica y romana, con un tranquilo estilo mediterráneo. Copia de santos locales.

Dimensiones de la capital:
El ideal de Platón, unas 5004 personas.

Forma de gobierno:
Monarquía absoluta, elegida de por vida por la mayoría.

Fuentes de energía natural:
Viento, agua, carbón de turba, hulla. Nada de petróleo.

Actividades económicas:
Minas de plomo y de carbón, plantas químicas, fábricas de papel, crianza de ovejas, agricultura mecanizada, horticultura de invernadero.

Medios de transporte:
Caballos y vehículos tirados por caballos, barcas de canal, globos. Ni automóviles ni aviones.

Arquitectura:
Estatal: barroca. Eclesiástica: románica o bizantina. Doméstica: siglo XVIII inglés o colonial norteamericano.
Muebles y utensilios del hogar: Victorianos, con excepción de las cocinas y los baños, que deben contar con las comodidades más modernas que existan.

Ropa formal:
La indumentaria parisina de 1830 hasta la década de 1840.

Fuentes de información pública:
El chisme. Publicaciones técnicas y especializadas, pero no periódicos.

Monumentos:
Únicamente en memoria de cocineros famosos.

Diversiones públicas:
Procesiones religiosas, bandas militares, ópera, ballet clásico. Ni cine, ni radio, ni televisión.

John Keats

John Keats


Bajo el grabado de un arpa griega se encuentra enterrado el poeta John Keats, en un tumba ubicada en el cementerio protestante de Roma, un pedazo de orden ajardinado anglosajón rodeado de ruinas eternas; la pirámide de Cayo Cestio se encuentra bastante cerca de allí. Se trata de un lugar para yacer muy acorde con el espíritu de la época que el mismo autor ayudo a consolidar: lo temprano de su fallecimiento (a los 25 años) y el mótivo (tuberculosis) son otros dos tópicos que ayudan a construir su figura como la del poeta prototípico del Romanticismo inglés al lado de nombres como Shelley y Byron.

"Esta Tumba contiene los restos mortales de un JOVEN POETA INGLÉS, quien en su lecho de muerte, con el corazón lleno de Amargura, a la Pérfidia de sus enemigos dedicó estas palabras para ser grabadas en la lápida."

Here lies One Whose Name is writ in Water
("Aqui yace alguien cuyo nombre está escrito en el agua")


Sólo la frase final es obra del propio Keats. Dos amigos que cuidaron del poeta enfermo hasta el final consideraron que debía ser precedida por un aviso de lo mal que había sio tratado en vida por la crítica y los familiares (más tarde se arrepintieron de añadir sus propias palabras).


Resulta paradójico que la fama del "señor John Keats de metro y medio", como una vez se autodefinió de manera burlona, se perpetúe con una lápida en la que no dejó nombre, fecha ni lugar alguno. Un gesto que no de otra manera puede ser definido sino como perfectamente romántico. El lugar de este autor y el de su obra en la literatura universal es ya indiscutible, así como su influencia: Juan Carlos Mestre le dedica un largo poema con el título de La tumba de Keats. Pero sin duda, a un sector importante de los lectores (como es el caso de El Traficante) le viene a la cabeza el homenaje indisimulado que aparece a lo largo de Hyperion y La Caida de Hyperion, de Dan Simmons, novela en dos partes a veces demasiado sobrevalorada que funciona a golpe de acumulación y refinado de la mayoría de los tópicos de la literatura de ciencia ficción.