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El traficante de libros

Anexos

Eltraficante hace suya una opinión ajena


En China un preso escribió 15 libros en cinco años, en Argentina Jorge Bucay hizo lo mismo pero continúa en libertad.

Digital Medusa

Digital Medusa


Como el libro de Pericoli no está al alcance de todos (o bien, si lo está, uno no cree que contenga todos los autores que busca), se hace necesario, e incluso obligatorio, una visita a las galerias albergadas por el proyecto Digital Medusa. Se trata de una colección peculiar en la que uno halla una serie de retratos de escritores y personajes literarios recreados por diferentes firmas del mundo del cómic. Sirva hoy como ejemplo este impresionante Dashiell Hammett y su "Halcón Maltés", por cortesía de Michael Larkin, el dibujante de Gotham Central o las ajetreos diarios en la comisaria de la ciudad de Batman. Realmente este es el autentico material del que están hechos los sueños.

"El Chico de la Moto es el Rey"

"El Chico de la Moto es el Rey"


La ley de la calle fue llevada al cine en 1983 por Francis Ford Coppola, un director casi tan obsesionado con la épica urbana de puños, cadenas y ley al margen de la ley como su colega Scorsesse. En su personal estilo rodó la película en blanco negro, mostrando el mundo tal como se vería a través de la vista defectuosa del Chico de la Moto, interpretado aquí por Mickey Rourke en la época en que todavía se le podía llamar actor. Tan solo en un par de escenas, un pez luchador (el Rumble fish que da título original a la película y el libro) que pelea contra su propio reflejo en el acuario de una tienda de animales destaca en un intenso color rojo. Un truco del idioma cinematográfico que más tarde utilizaría su colega de generación Steven Spielberg en la sentimental, y a veces directamente lacrimógena, La lista de Schlinder con las escenas de la niña del abrigo rojo caminando a través del gueto de Varsovia.


En la foto: Rusty James (Matt Dillon) al frente de su banda, un poco crecidos para la edad que se les supone en el libro. Además del propio Dillon, en esta película salieron a la luz nombres ahora famosos como Chris Penn, Nicholas Cage o Laurence Fishburne.

Postales del Traficante (II): visita a una libreria

Postales del Traficante (II): visita a una libreria


Londrés, 1940. Traficantes de libros ojean ejemplares entre los restos de librería de la Holland House tras un bombardeo realizado por la Luftwaffe alemana.

El blues de la muralla romana (II)

El blues de la muralla romana (II)


Cinco metros de altura por tres de ancho en su parte más gruesa. Recorre 117 kilómetros de este a oeste a través de páramos y brezales. En cada extremo enlaza con un río que continúa la línea defensiva hasta llegar a la costa y dividir la isla de Britania en dos: las ricas tierras llanas al sur y las montañas al norte. Está hecho de piedra aunque, para acelerar los trabajos, los tramos finales se levantaron con turba y luego se construyeron de nuevo en piedra. Tras cada milla romana (kilometro y medio aprox.) del trazado se levantó un fortín (miles) que contenía una guarnición y custodiaba una puerta de acceso al otro lado de la frontera. Entre cada miles a lo largo de la muralla se situaban dos torres de observación, cuya vigilancia era más amplia al estar enclavadas sobre terreno elevado. Las obras le costaron 6 años de trabajo a las Legiones II, VI y XX desde que comenzarán aproximadamente en 122 d.C., tras la inspección personal y la reorganización de las defensas fronterizas del imperio romano realizadas por el emperador Adriano.


El Muro de Adriano, entre Escocia e Inglaterra, es quizá la segunda muralla más famosa del mundo después de la de China y, al igual que esta, ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad. Vamos a robarle una idea a algunos patronos de El Traficante tales como Terry Pratchett o Paul Auster:

Un muro ¿sirve para evitar que escape lo que está dentro o para evitar que entre lo que está fuera?


En El pueblo de la niebla, una mezcolanza de adaptaciones de leyendas irlandesas y celtomanías varias de su autor, Suso de Toro más o menos venía a decir que el muro sirvió para encerrar las esencias celtas en un rincón de la isla y mantenerlas alejadas del mundo civilizado que se encontraba al otro lado. Chorradas.


Lo cierto es que el Muro no era considerado como un castillo al que había que defender de un ataque externo, sino como una barrera que permitía controlar quien entraba o abandonaba la Britania romana (la tribu nativa de los brigantes vivía a ambos lados de la línea defensiva). Las tropas que custodiaban las almenas ni siquiera pertenecían a las famosas legiones mamporreras de élite, que se encontraban acantonadas detrás de la primera línea de defensa en campamentos próximos como Eboracum (York) o Alauna. Los centinelas eran auxiliarii, tropas de apoyo que procedían de la Tungria, en la frontera con Holanda; en otros casos, como los integrantes de la caballería sármata, de las llanuras húngaras, al otro lado del mundo conocido. Su misión era mantener vigiladas las entradas y el terreno al otro lado para dificultar el acceso a los saqueadores. Pero poco podían hacer frente a invasiones en masa (en realidad, migraciones de poblaciones enteras) como las que realizarían los pueblos germanos en su cruce de la frontera helada del río Danubio.


Tras estas descripciones de la última frontera podrían resonar ciertos ecos de la lejana gloria imperial, tambores de batalla, Roma Vincit!, la banda sonora de Gladiator puesta a todo volumen, este último Arturo rodado a golpe de puto video de la MTV y cosas así. El Traficante prefiere aparcar tales memeces y recomienda el conciso poema del señor Auden para aprender la única verdad fundamental de aquellos soldados y de cualquier otro soldado posterior: quiero mi chica y quiero mi paga.

Al final, todo el mundo atiende a razones

Al final, todo el mundo atiende a razones


Ultima ratio regum, o dicho de otra forma, "el argumento definitivo de los reyes". El rey Luis XIV de Francia mandó grabar este lema en todos los cañones que se forjaron durante su reinado, como este ejemplar capturado por los yankis. La frase es una de esos sarcasmos políticos que hacen historia, no como las declaraciones del ministro de turno ante los micrófonos que se olvidan al mes siguiente. Tanto es así, que Neal Stephenson la volvió a poner en circulación con la publicación de Snow Crash. Gracias, tío.

Fama

Fama Hoy día, todo el mundo escribe.
Baldomero

Postales del Traficante: la espada de Stalingrado

Postales del Traficante: la espada de Stalingrado


Vieja simbología para una nueva y moderna guerra. Ni Excalibur, ni Anduril, ni la Tizona del Cid. Martin Amis dedica algunos párrafos de Koba el Temible a los amigotes de la vieja guardia de Koba, de cuando los tiempos de la represión en Tsaritsin (algunos de ellos luego serían reprimidos a su vez por orden del mismo camarada Stalin). En una nota al pie el autor se refiere al siempre incompetente Voroshílov. (...)En Teherán durante la conferencia de los Aliados de 1943, cuando Churchill, en un ambiente de emoción histórica, entregó a Stalin ("por orden del rey") la Espada de Stalingrado, Voroshílov consiguió que se le cayera mientras se la llevaba de la sala con toda solemnidad. Es una de tantas anécdotas chistosas que recorren el libro (la risa). Por cierto, Tsaritsin, años antes del emotivo encuentro recogido en la foto pasó a llamarse Stalingrado (luego Volgogrado) y ya estaba cubierta de cadáveres (los veinte millones) cuando se produjo la invasión alemana.